Hay dos formas de llevar a cabo una actividad, mediante principios o mediante reglas.
Las reglas son instrucciones; unidades de información cerradas e inequívocas. Los principios son nociones fundamentales; unidades de información abiertas e interpretables.
Las reglas te aseguran solvencia. Los principios te aseguran creatividad.
Las reglas te permiten transitar por caminos ya probados; fructíferos. Los principios te aseguran abrir nuevos caminos; solo potencialmente fructíferos. Las primeras son fundamentales para empezar, pero los segundos son fundamentales para dominar.
Tim Urban utiliza la analogía de la cocina. Los cocineros utilizan reglas, mientras que los chefs se valen de principios. Por eso el cocinero necesita tener todos los alimentos requeridos para hacer el plato, mientras que el chef mira en la nevera, y con lo que tiene, monta su versión del plato.
Las reglas te llevarán al éxito conocido. Los principios te abrirán la posibilidad de un éxito por descubrir; aunque la mayor parte de las veces terminará de forma estéril... ¿Te apetece jugar?
Desde la óptica de los principios, el error suma: un camino equivocado es un camino menos que transitar; un estímulo nuevo de aprendizaje, al fin y al cabo. En cambio, desde la óptica de las reglas, el error es fracaso porque solamente es mala ejecución.
Solo desde los principios se puede entender profundamente una realidad: ¿Cómo pretendes conocer un alimento de verdad si solo lo has manipulado de una única forma? El alimento se conoce verdaderamente cuando trabajas con él bajo todas las condiciones posibles. ¿Qué forma no has probado todavía? El conocimiento profundo exige experimentación, y la experimentación es por definición salirse de la norma.
Las reglas te permiten trabajar sobre el conocimiento acumulado de todos los que te precedieron. Son un atajo. Y… ¡bendito atajo! Pero tiene fin. Los principios te permiten trabajar sobre tu conocimiento acumulado. Es la continuación al primer fin. No se conoce todavía el alcance del segundo fin.
Solo desde los principios existe autoría. Picasso decía que hay que aprender las reglas como un profesional, para luego romperlas como artista. Me pregunto, ¿qué es el estilo si no una desviación de la norma?
Los principios nos persuaden de que camino se hace haciéndose. Y que es imposible hacerlo excepcionalmente bien desde el manual, porque el mundo no es mapa, sino territorio. Si las profesiones fueran solo «ciencia» todos seríamos igual de buenos. Y lo siento, pero no.
Reivindicar principios es dotar nuestra actividad profesional de curiosidad, exploración y libertad. Es un recordatorio a la vieja idea de que la profesión que se ejerce tiene que ser pensada todo el tiempo. Emancipación intelectual, y en tanto que, necesidad vital.
Las normas se siguen, los principios se interpretan: tras ellos se halla una verdad que parece no agotarse nunca. Me pregunto, ¿qué harás cuando tengas que actuar en un escenario al que no te hayas enfrentado todavía?
Ser chef es una ventaja competitiva en el mundo de hoy: mirar la nevera y decidir el plato según los ingredientes que tenemos en este preciso instante. Aunque tenga riesgo. Aunque sea más costoso.
¿Te apetece jugar?