Todo proyecto empieza con una idea, es decir, con una visualización mental del proyecto terminado. A mi modo de ver, esta visualización se nos presenta como un arma de doble filo.
Por un lado, se convierte en un acicate que nos impulsa de manera irrefrenable a materializar aquello que hasta ese momento es solo una entelequia, una visión. Pero, por otro lado, esta referencia mental puede convertirse también en un ideal inalcanzable que nos empuja a una espiral infinita de trabajo, donde, por más horas que dediquemos, nunca llegamos a alcanzar dicho ideal. Algo parecido a tratar de alcanzar el horizonte: por mucho que avancemos, nunca logramos llegar a él.
Por ello, una de las partes más importantes cuando trabajamos en un nuevo proyecto —del tipo que sea— es definir el «modo de trabajo» en el que lo vamos a desarrollar. Esto es, la mentalidad desde la que nos aproximaremos al trabajo. No hablamos del trabajo en sí, sino de su antesala: el trabajo del trabajo, es decir, el metatrabajo.
Dado que en el mundo material —a diferencia del mundo platónico—estamos siempre encorsetados por un tiempo y unos recursos finitos, necesitamos aproximarnos al proyecto de un modo realista, es decir, imponiendo sacrificios. De aquí la necesidad de determinar un «modo de trabajo» que nos sirva de guía y filtro en ese tortuoso camino.
Personalmente, distingo dos modos de trabajo: modo generación y modo perfección.
Modo generación
Este modo aplica cuando nos enfrentamos a un reto completamente nuevo. Es decir, cuando no tenemos ningún tipo de experiencia acumulada alrededor de la cuestión sobre la que vamos a trabajar.
Para un pintor esto podría ser la evolución hacia un nuevo estilo o motivo. Para un consultor, el desarrollo de un nuevo servicio dentro de la empresa. Y para un entrenador de fútbol —por abarcar todo el rango de escenarios—, la puesta en práctica de una nueva táctica. En resumen, un reto que para nosotros, como artífices del proyecto, nos resulte genuinamente nuevo respecto lo que hemos hecho anteriormente.
El modo generación trae consigo todas las sensaciones subjetivas de la creación ex nihilo: no saber por dónde empezar, no tener referentes, sentirse desubicado, desbordado, ansioso, etc.
En estos casos, ¿cuál debería ser la mentalidad adecuada para acometer con éxito este estilo de proyectos? Sabiendo que el tiempo y los recursos son limitados, todo nuestro empeño debería direccionarse a asegurar el sentido conceptual del proyecto; que no es otra cosa que garantizar que aquellas características esenciales que definen nuestra idea queden bien plasmadas en la materialización.
¿Cuántas veces hemos desarrollado un nuevo proyecto y, a la vez que tratábamos de asegurar el sentido conceptual estábamos, al mismo tiempo, trabajando también en pequeños detalles de refinamiento? A pesar de que es muy tentador—dada nuestra tendencia perfeccionista —, es claramente un error. Levantar una creación desde cero ya es suficientemente difícil como para centrarnos en pequeños detalles de perfeccionamiento que, si bien redondearían el concepto, nos robarán recursos para lo esencial. Puro coste de oportunidad.
En términos de ley de potencias, como Pareto, sería asignar todos nuestros recursos a trabajar en ese 20% de características que nos darán el 80%. El objetivo primordial en el modo generación es lograr dar sentido y solidez a un proyecto totalmente nuevo. Nuestro foco debería estar en lograr que este tenga una tesis clara; que sea rotundo, intencional y afirmativo. El resto, ¡totalmente prescindible!
A nivel numérico, mi aspiración ante este tipo de proyectos suele ser la de alcanzar un 7 sobre 10. Un 7 indica que estamos antes un proyecto sólido y con todos los esenciales cubiertos. Por supuesto, esto también indica que hay un gran margen de mejora. ¡Nada más faltaría! Recordemos que es la primera vez que estamos abordando un reto de esta naturaleza. Alcanzar un 7 será todo un éxito.
En este modo de trabajo será muy importante que dediquemos tiempo de antemano en identifica cuáles son las características esenciales de la idea que tenemos en la cabeza. Un listado de características que, por supuesto, no será rígido, sino que se irá modificando a medida que trabajemos, pues «pensamos haciendo». Sin embargo, el grueso de esta actividad se situará en el inicio.
Modo perfección
Si el modo generación se define por el grado de novedad que supone el reto, en el modo perfección ocurrirá justo lo contrario: lo aplicamos cuando ya contamos con cierta experiencia acumulada en el campo.
Esto no implica necesariamente que hayamos realizado ya un proyecto exacto en el pasado —ahí no hay dificultad alguna, más que replicar—, pero sí que las condiciones y el entorno sobre los que tengamos que trabajar nos sean lo suficientemente familiares como para trabajar de forma análoga en muchas de las situaciones.
La demarcación de si estamos ante un proyecto totalmente nuevo o no es subjetiva. Sin embargo hay un buen proxy: el grado de incertidumbre que le intuimos. Un proyecto totalmente nuevo es un proyecto en el que no tenemos ni idea de por dónde empezar; un proyecto que, en cierta medida, nos desborda. En cambio, un proyecto familiar es aquel donde somos capaces de imaginar de forma aproximada un listado de acciones y procesos ordenados; incluso tenemos cierta noción del tiempo que nos tomará llevarlo a cabo. Estos son claros indicadores de que estamos ante un proyecto en el que aplicar el modo perfección.
Creo que la familiaridad del contexto está profundamente infravalorada. No somos conscientes de los cientos de asunciones y de automatismos que adoptamos en el trabajo por mera exposición repetida. Es por ello que la velocidad de trabajo de un contexto conocido respecto a un contexto nuevo es directamente incomparable1.
Precisamente este es el factor que justifica un abordaje de trabajo diametralmente opuesto al anterior. En este caso sí podemos (y debemos) dedicar tiempo y recursos a todos los pequeños detalles que harán un proyecto totalmente redondo. Pues la experiencia acumulada en el campo nos permite liberar recursos para trabajar también en los detalles de la idea. Aquí sí, ¡bienvenido el perfeccionismo!
Si en el modo generación aspirábamos mentalmente a un 7 , en el modo perfección deberíamos apuntar a un 9 sobre 10. Creo que la aspiración en este tipo de proyectos no debe ser otra que la excelencia. La vara de medir debe estar alta, y por tanto, el resultado final debe ser totalmente redondo y sin fallas.
Hacerse trampas al solitario
¡Qué fácil es decir lo que hay que hacer y qué difícil es ejecutarlo de forma implacable!
El proceso de creación es por definición caótico, imprevisible y complejo. Es un proceso emocionalmente intenso, en el que pasamos por muchas fases, y en las que en gran parte de ellas, nuestros nervios están a flor de piel.
Emociones como el miedo o la ansiedad son parte intrínseca del proceso creativo. Ante nosotros la posibilidad de no lograr finalizar la creación de forma exitosa o de no tener la recepción esperada por parte de los destinatarios. El fracaso es siempre una sombra acechante.
Por todo ello, lo normal es autosabotearse de un modo u otro (¡ay la falacia del ser humano como animal perfectamente racional!). De hecho, el origen de este artículo es precisamente ese: recordar (me) la importancia de determinar con anterioridad el modo en el que trabajar antes de iniciar un proyecto. Si como «creación», discerniendo lo esencial de lo superfluo; o como «perfección», cuidando hasta el más mínimo detalle.
Para los que somos idealistas y entusiastas, es especialmente fácil incurrir en esa trampa del trabajo infinito; del horizonte que nunca llega. Sin embargo hay que aceptar que crear, especialmente cuando se hace de cero, implica renuncia. Incluso con todo el tiempo del mundo, siempre nos toparemos con otras limitaciones; véase, por ejemplo, nuestra falta de habilidad técnica para hacer realidad nuestra proyección mental.
Soy consciente que el artículo ha quedado algo abstracto debido al amplio abanico de casos que intento cubrir. Mi intención es que cada persona se lo traiga a su campo y a su realidad concreta. De hecho, ni siquiera es necesario que sea del entorno profesional. Por suerte, el concepto idea o proyecto trascienden el mundo laboral.
Lo mismo aplica a los dos modos de trabajo que presento en el artículo: son los que encajan conmigo. Si no te apelan, conceptualiza los tuyos propios. No tienes más que pensar en los grandes cajones en los que podrías englobar tus actividades de creación basándote en tu histórico. Lo importante es el mensaje que hay detrás: antes de trabajar es inteligente pensar en qué modo trabajar. Necesitamos límites, consignas. Tener perspectiva antes de que el trabajo nos imbuya en una visión túnel de la que es difícil salir.
En resumen, este artículo es un recordatorio para mí. Quería recalcarme la importancia de saber qué partido estoy jugando antes de empezar a jugar. También la de seguir haciéndolo durante el transcurso del propio partido, porque ya sabéis: la cabra tira al monte y a veces se le olvida qué era lo que tenía que hacer.
Un ejemplo que ayudará a entender esta cuestión es cuando afrontamos las primeras semanas en un nuevo puesto. De pronto, parece que hayamos olvidado cómo trabajar. Lo que antes lográbamos hacer en unos pocos minutos, ahora nos toma dos o tres veces más tiempo. Ello ocurre precisamente por esa falta de familiaridad del contexto; por la ausencia de «asumidos». Por suerte, a las pocas semanas esta situación se revierte y volvemos a ser de nuevo trabajadores competentes.
Me gusta, a pesar de lo abstracto del tema. Abre una caja de dudas respecto a las tipologías del metatrabajo que me gustaría tener más controladas de las que las tengo a día de hoy. Supongo que uno de los mayores riesgos es perderse a uno mismo en conversaciones infinitas sobre metodologías y ángulos de aproximación que intentan pintar un cuadro al completo; cuando en realidad es muchas veces a través del proceso que descubrimos cómo queremos tomar nuestras decisiones. Aunque... pensándolo así... no eliminaría el "learn by doing" la necesidad de discutir la aproximación al trabajo pendiente?
Como consultora creo que es el punto que más cuesta y menos se hace y que luego más problemas trae jeje. Definir como se va a trabajar es un seguro que garantiza al menos sea cual sea el resultado , que hemos trabajado en la dirección esperada, con guía, procesos, sistemas y recursos y que tenemos algo a lo que acceder cuando las cosas se salen del rail (que suele ser muchas veces jeje)